lunes, 14 de abril de 2014

Editorial de la  revista católica Nuevo Mundo

Cambios trascedentales en el seno del catolicismo universal
Los tres papas reformistas de la Iglesia Católica:
  Karol Wotjtyla ( Papa Juan Pablo II, izquierda
, José Ratzinger ( papa Benedicto XVI) y
Jorje Mario Bergoglio ( papa Francisco)
a esta trilogía santificante y santificada corresponden
 los cambios que hoy se llevan a cabo en el Vaticano
La Iglesia Católica  y toda su grey universal necesitaban una reforma urgente y profunda.
  Los dos últimos pontífices que dirigieron la Iglesia en los últimos tiempos antes de la llegada del papa Francisco, el beato Juan Pablo Segundo, que en  los próximos día subirá a los altares como uno de los nuevos santos de nuestra Iglesia y Benedicto XVI, que renunció a su cargo para dar paso a la Reforma que hoy se proyecta dentro del Vaticano y que toma cuerpo rápidamente como uno de los movimientos eclesiásticos de mayor envergadura  dentro del catolicismo moderno.
  Los tres últimos pontífices son responsables de los nuevos cambios y los impulsadores de nuevos vientos en el seno de la familia católica universal. Cada uno ocupando su lugar de mando y llevando a cabo reformas dentro del Vaticano que fueron trillando el camino para una más amplia, profunda y fructífera reforma, como la que plantea su santidad Jorge Mario Bergoblio  papa Francisco).
 
El papa Francisco invitó a Benedicto XVI
 a la canonización de Juan Pablo II
 en los próximos días, ceremonia que
 se llevará a cabo en el Vaticano
Karol Wojtyla ( papa Juan Pablo II) con sus viajes apostólicos alrededor del mundo dio ejemplo de humildad, santidad, solidaridad y supo conquistar a millones de jóvenes y adultos que aún toda vía nos confesamos sus amigos y admiradores.
  El trabajo apostólico que realizó el beato Juan Pablo II apuntaló a la Iglesia de Cristo por el camino correcto hacia la búsqueda de una mayor identificación cristiana, se había perdido el interés y las deserciones dentro del catolicismo se hacían cada vez mayores y los escándalos más contundentes.
   El Vaticano no había evacuado buenas lecciones en las últimas décadas del siglo XX, sus principales actores espirituales habían torcido el rumbo que Cristo a través de su doctrina, clara y precisa, contenida en el texto del Catecismo de la Iglesia Católica, elaborado y aprobado en el Concilio II que presidió el beato Juan Pablo II. Echaron todos los valores espirituales y humanitarios al zafacón del olvido.
  Joseph Ratzinger ( papa Benedicto XVI) quiso introducir reformas viables y necesarias dentro de la Iglesia, pero intereses malsanos dentro de la estructura gubernativa de la Iglesia lo impidieron y al parecer pusieron su vida en peligro. Benedicto XVI sostuvo y sostiene que no renunció por peligro inminente de muerte, o por presiones de los grupos de poder que aún hoy pululan por los pasillos y las escalinatas de los palacios del Vaticano, pero observadores muy cercanos del Vaticano, y del propio Joseph Ratzinger, sí están convendidos de que la renuncia no fue espontánea.
  Pero como un enviado directo del Cielo y con encargo de Jesucristo y el Padre celestial, llegó al Vaticano, hace algo más de un año, un humilde hombre de evangelio y soldado de combate de Cristo y desde su designación hasta la fecha se proyectó como un líder espiritual universal, con poder terrenal y con la ayuda divina de Jesucristo para realizar la necesaria reforma que necesita la Iglesia Católica y toda su membresía.
 
Un abrazo cordial y sincero entre los pontífices de Roma.
Benedicto XVI y el papa Francisco
Nosotros en la revista católica Nuevo Mundo, nos unimos a los esfuerzos loables de Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, apoyamos su reforma en todos los ámbitos y aspectos y nos solidarizamos con su gestión.
  Aprovechamos esta ocasión en que se inicia la Semana Santa del 2014 alrededor del mundo para exhortar a todos los cristianos, especialmente a la gran familia católica para que en este período cuaresmal y víspera de la Pascua de Cristo,  reflexionemos sobre nuestra responsabilidad espiritual, para que cumplamos con  los votos de fe que le hemos formulado a nuestro Señor Jesucristo, y para que le pidamos al Creador de la vida que nos habra nuevos horizontes a favor una humanidad nueva, cristiana, y solidaria con los hermanos que más nos necesitan.
  Felicitar de paso a los jóvenes de ambos sexo que se quedan en los templos y en los lugares de retiro en vez de irse a pervertir y a negar la presencia de Dios en una playa cualquiera.

  Que Dios bendiga al mundo en esta Semana Mayor, y que proteja a todos los pueblos amenazados de catástrofes, como Chile, Ucrania, el Medio Oriente, Nicaragua, México, Haití y todas las islas de nuestro paradisíasco Caribe.@

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