miércoles, 18 de diciembre de 2013

En editorial Revista Católica Nuevo Mundo apoya Reforma de la Iglesia

Editorial de RCNM elogia reforma de la Iglesia Católica
La Reforma integral que plantea el nuevo papa Francisco a la Iglesia católica universal es necesaria,  y urgente,  necesita de la solidaridad del clero católico alrededor del mundo, al igual que del apoyo masivo de la comunidad laica, es decir, de toda la feligresía del catolicismo.
 
Los ocho Cardenales junto al papa Francisco
, encargado de planificar y ejecutar la Reforma a
la Iglesia Católica
Pero se sabe  por experiencias del pasado y por los tiempos presentes que los ocho Cardenales, junto al Santo Padre,  que planifican y ejecutarán la reforma a la religión católica  global,  que aglutina a más de dos mil millones de seguidores de Cristo en el mundo, encontrarán diversos obstáculos y que tendrán que combatir a los ideólogos del conservadurismo y el atraso dentro de la propia y principal estructura de la Iglesia.
  Roma es la sede principal del catolicismo desde que se fundó como religión, desde los tiempos en que Jesucristo la confió al apóstol Pedro, de quien sentenció que la erigía sobre una roca y que jamás sería destruida.
  Pedro fue el primer papa y desde entonces no se tienen registros de que haya un dirigente espiritual con su misma responsabilidad y capacidad de liderazgo que lo haya superado.
  Francisco, el primer papa latinoamericano parece que es el único  que emula a Pedro como piedra angular de la Iglesia. Muchas reformas se han hecho en el catolicismo y profundos cambios en los Concilios Ecuménicos,  tanto en la antigüedad como en los tiempos modernos, pero ningunos logró la reconciliación total de la familia católica universal y mucho menos de la jerarquía eclesiástica.
  En la Iglesia católica siempre se han registrados grandes divisiones, siendo una de la más contundentes la que dirigió Martín  Lutero desde Alemania, esa dividió a los católicos en varios bandos, yendo una considerable porción al protestantismo, una corriente religiosa que Lutero se encargo de orquestar y organizar  y que aún perduras a través de los tiempos.
  La reforma que demanda la Iglesia de hoy es quizás más profunda que la de la época de Lutero, hoy hay más perversos, ladrones y abusadores que se cobijan en el alero de la Iglesia católica,  que en aquellos tiempos.
  El principal obstáculo que van a encontrar los reformadores de la Iglesia de hoy  es la dualidad  de funciones de algunos jerarcas eclesiásticos  y  el abusivo poder sin control que ejercen los principales dirigentes de la Iglesia en el Vaticano.
 Se percibe desde afuera como si hubiesen dos gobiernos distintos, aunque hay que reconocer que en los nueve meses de gobernabilidad del papa Francisco se observa una mayor disciplina y los conservadores de ultra derecha que los hay en gran cantidad, presagian que se avecinan tiempos  difíciles y que tendrán que dar paso a nuevos funcionarios gubernamentales en el estado Vaticano y en el resto de la estructura de la Iglesia católica universal.
  Cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes y otros religiosos con poder de mando y vocación de abusivos saben que la reforma es un hecho y más le valdría renunciar ahora y pedir perdón por sus fechorías y actos delincuenciales que tener que enfrentar el escarnio público y la indignidad de tenerse que presentar en los tribunales a enfrentar los cargos que les serán imputados.
   Iglesias católicas de naciones ricas,  como Estados Unidos, Europa,  el Asia y el Medio Oriente, han perdido fortunas a nivel público y en privado pagando compensaciones por abusos de pedófilos que han sido protegidos por sus superiores inmediatos
  De igual manera se ha denunciado el despilfarro del antiguo Banco Ambrosiano, que ahora opera como una entidad financiera corporativa y que fue desfalcado en el pasado reciente por funcionarios del Vaticano que estaban a cargo de las finanzas de la Iglesia Católica.
  Aparte de la corrección de esos entuertos mencionados hay eliminar de sus cargos a los purpurados que cumplieron 75 años en el ejercicio de su profesión o ejercicio espiritual y darles pasos a los nuevos pastores y evangelizadores que asimilan y entienden que estamos en pleno siglo XXI y que no basta con una oración distante y solitaria, hay que ir a las calles como dice Francisco, y compartir las necesidades de los pobres, no estimulándolos hacia la indigencia, sino ayudándolos en la conversión de una productividad rentable y estable para el sustento propio y de su familia.
  ¡Adelante papa Francisco el mundo le apoya y los católicos genuinos les respaldamos ciento por ciento. La conquista de esta reforma no es una victoria del Santo Padre, sino una victoria de Cristo a favor de su pueblo que le amas. !@

  

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